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Debo admitir que nunca he sido un admirador de Ernesto Guevara. Mientras varios amigos comentaban sus proezas, yo me limitaba a advertirles de sus respectivas derrotas en el Congo y Bolivia. La imagen del guerrillero no caló hondo en mi conciencia, así como a muchos otros sí lo hizo, y continúa siéndolo. Mi intención no es entonces hacer un panegírico del guerrillero. Me llama, sin embargo, la atención el que de una época de dictaduras y golpes de estado, plena de quiebres instados por ambiciosos dictadores y voluntades políticas sea ésta la imagen que nos retrotraiga a décadas pasadas. El que sea este retrato y no el de Pinochet, Videla, Stroessner y tantos otros el que nos diga: “esta fue una época”, porque al fin y al cabo esos dictadores no plantearon nada, no aprendieron nunca de las palabras sino que reaccionaron con lo más básico del animal que llevamos dentro: la violencia. Sus fotografías se han deteriorado, las esculturas de bronce que adornaban las plazas se han oxidado. Son otros los retratos que nos sobreviven, pues ante la miseria institucionalizada el ser humano responde con la imperiosa necesidad de estrechar sus lazos. Citando a Robert Antelme acerca de las SS: “pueden matar a un hombre pero no pueden transformarlo en otra cosa”. Es ese invocar del ser humano en la más profunda caverna de torturas la que nos cuenta porque es la fotografía del “Che” la que sigue viva. Está muerto, de ahí su leyenda. No pretendo negar el valor que tuvo su obra en vida, pero el hecho de la conmemoración, la aglomeración en torno suyo es el mito que nace el día de su muerte. Fidel está vivo y, digámoslo, el ya no es el guerrillero incansable, enemigo de la burocracia, sino el gobernante, el dictador, de ahí el escaso ensueño que lo rodea. El "Che" nos permite soñar, creer que todo hubiera sido distinto, que con personas como él se hubiera alcanzado la emancipación del ser humano. Quizás si viviera, sería uno más de los conversos, un aburrido burócrata del Partido...pero quizás no, y es en ese quizás en el que ha perdurado su imágen.
¿Cuáles serán nuestras imágenes? ¿Cuál la fotografía que dentro de 40 años nos cuente nuestras anécdotas, nuestras preocupaciones? No lo sé, creo que no será una sino muchas, y no una sola realidad sino varias. Estimo que una época que no está consciente de sí misma se fragmentará en innumerables escenas, planos, etc. Que cada quien juzgue. A los hechos.
Ignacio
Ignacio
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